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GAZA: EL DESASTRE HUMANITARIO


Foto: Alessia Ramponi

OPINIÓN.


El conflicto árabe-israelí involucra reclamaciones históricas y religiosas sobre la misma tierra, por un lado los judíos (israelís) y el otro lado los árabes (palestinos). Es un conflicto tan longevo y complejo que resulta sumamente desafiante intentar explicarlo en unos cuantos párrafos. Sin embargo, es posible destacar algunos puntos claves que podrán ayudar a comprender la situación actual.


Después de la Segunda Guerra Mundial, Naciones Unidas aprobó un plan para la división de Palestina en dos estados, uno judío y otro árabe. Esto llevó a la creación del Estado de Israel en 1948, un esfuerzo dirigido a poner fin al mandato británico en la región y resolver las tensiones entre las comunidades judías y árabes. Israel se creó para ser el hogar de los judíos perseguidos, incluidos los sobrevivientes del Holocausto. Sin embargo, el acuerdo tuvo graves consecuencias para los palestinos que vivían en la región. Cientos de miles de palestinos fueron desplazados de sus hogares y sus tierras confiscadas, un evento histórico conocido como la Nakba. Desde entonces, Israel ocupa ilegalmente un territorio que no le pertenece y los palestinos continúan luchando por la tierra que les fue arrebatada debido a intereses políticos. A lo largo de los años, se han producido numerosos conflictos por la legitimidad del territorio, lo que ha agravado las tensiones entre ambas partes.


Desde la creación del Estado de Israel, el pueblo palestino enfrenta desafíos que incluyen la expulsión de sus hogares, la ocupación de sus tierras y la búsqueda del reconocimiento de sus derechos humanos. Uno de los principios fundamentales en el derecho internacional es el de la autodeterminación que se traduce en la búsqueda de un Estado soberano y la capacidad de decidir su destino político sin interferencia externa. Para el pueblo palestino, la lucha por la autodeterminación se ha convertido en un componente esencial de su historia y aspiraciones. Sin embargo, la ocupación y represión por parte de Israel han sido los principales obstáculos para la realización de este principio. Abogar por la liberación de Palestina se refiere a apoyar la liberación de los territorios que Israel ocupa y respetar sus derechos que han sido sistemáticamente violados. En este marco, es crucial comprender que la resistencia, es decir, los esfuerzos para oponerse y resistir la ocupación israelí, no debe confundirse con actos de terrorismo.


Palestina se refiere al territorio y la población palestina que vive en la región que incluye Cisjordania y Gaza, así como la diáspora que vive en otros lugares del mundo. En particular, la Franja de Gaza es un territorio palestino situado entre Israel y Egipto, que está bajo el control de Hamás desde 2007. Hamás es una organización política y paramilitar que tiene sus orígenes en un movimiento de resistencia y autodeterminación palestino. Hamás es considerado una organización terrorista por varios países como Israel, Estados Unidos y la Unión Europea debido a su historial de violencia y ataques. La ocupación israelí de los territorios palestinos, los conflictos armados con Israel y las restricciones impuestas a la población palestina son algunos factores que han contribuido a la radicalización de grupos como Hamás, cuyo objetivo principal es repeler la presencia e influencia israelí. En este contexto, es fundamental distinguir a Hamás de la población palestina en general. Defender los derechos de los palestinos no implica respaldar a Hamas, al igual que no excluye la defensa de los derechos y la seguridad de los civiles israelíes.


El 7 de octubre pasado, Hamás llevó a cabo un ataque sin precedentes hacia el sur de Israel desde Gaza, lo que dio lugar a la declaración de guerra oficial por parte del gobierno israelí. Israel invocó su derecho a la legítima defensa a través de cualquier medio y aprovechó la situación para poder perpetuar la ocupación ilegal. Las acciones que Israel está llevando a cabo en contra de los palestinos se definen como un castigo colectivo. Esta práctica consiste en imponer sanciones, represalias o sufrimiento a una población en su conjunto en lugar de dirigirse a individuos que pudieran estar directamente involucrados en el conflicto. El castigo colectivo se considera una violación de las leyes de guerra y va en contra del derecho internacional humanitario. Sin embargo, Israel continúa aplicándolo sin enfrentar acusaciones formales ni condena por parte de la comunidad internacional.


Las situaciones de conflicto armado están reguladas por las leyes y principios del derecho internacional humanitario destinados a proteger a los civiles y limitar el sufrimiento humano. Esto incluye la prohibición de ataques indiscriminados y desproporcionados, así como la obligación de proteger a civiles y garantizar la asistencia humanitaria. Sin embargo, en la práctica, Israel ataca indiscriminada y desproporcionalmente al pueblo palestino, a la vez que niega el acceso de ayuda humanitaria a Gaza. Las acciones de Israel consisten en actos de genocidio y limpieza étnica ya que dichas acciones consisten en actos sistemáticos y deliberados para eliminar, en su totalidad o en parte, a los palestinos. El mundo observa impasible un genocidio que amenaza con borrar del mapa la Franja de Gaza.


Desde 2007, Gaza sufre un bloqueo económico y restricciones de movimiento de bienes y personas por tierra, mar y aire, impuesto por Egipto e Israel. El bloqueo ha convertido este territorio en un sitio reconocido por Naciones Unidas como inhabitable, donde más del 80% de la población vive en condiciones de pobreza. Si Gaza ya enfrentaba dificultades humanitarias debido al bloqueo, ahora el conflicto actual empeoró las condiciones donde no existen los servicios básicos para hacer frente a la crisis humanitaria. Gaza es ahora el escenario de uno de los desastres humanitarios más graves de la historia reciente.


En una era donde las redes sociales y los medios de comunicación están al alcance de todos, predomina la desinformación y los mensajes de odio. No se trata de tomar bandos, sino de respetar los derechos humanos, los cuales son universales. Así como es necesario condenar los ataques de Hamás, es necesario condenar los crímenes de guerra y ataques indiscriminados que comete Israel en contra de la población palestina. En el derecho internacional, los crímenes y acciones de una parte nunca justifican los crímenes de la otra, y los civiles deben ser protegidos en todo momento. La indiferencia hacia las violaciones de derechos humanos y los comentarios que intentan justificar estos actos reflejan una preocupante deshumanización, así como la aparente normalización de situaciones que involucran la expulsión forzada de poblaciones enteras de sus hogares.


Gaza es un territorio marcado por el conflicto y dificultades humanitarias. La situación actual pone de manifiesto la incapacidad de la comunidad internacional para abordar las violaciones de derechos humanos y los crímenes de guerra. Sin un alto al fuego inmediato, miles de personas inocentes seguirán sufriendo las consecuencias, a la vez que la escalada de violencia amenaza la estabilidad y seguridad de la región. Es indispensable que Estados Unidos tome medidas para restringir la acción militar en Gaza y que Israel levante el bloqueo ilegal. Asimismo, es necesario garantizar la entrada de ayuda humanitaria a través del paso fronterizo de Rafah en Egipto y condenar cualquier discurso y acción que promueva la masacre en Gaza. En un contexto global donde prevalecen los conflictos y las crisis que desplazan a comunidades enteras, poner fin a actitudes que generan antagonismos del “Nosotros” frente al “Otro” será decisivo en la construcción de un futuro verdaderamente humano.

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