TRANSNISTRIA: UN PAÍS QUE NO EXISTE
Por muy raro que parezca, en el mundo existen muchos países no reconocidos por la comunidad internacional, uno de ellos es Transnistria. Oficialmente conocida como República Moldaba Pridnestroviana, Transnistria es un reducto soviético en el este de Europa y un rincón de culto leninista independiente de facto de Moldavia. A pesar de estar ubicada territorialmente dentro de Moldavia, cuenta con sus propias fronteras, ejército, moneda e instituciones de gobierno. Actualmente Transnistria no es reconocida por ningún país miembro de las Naciones Unidas y es desconocida por la mayoría de las personas. Es el último territorio europeo en sostener los emblemas comunistas y embanderar sus calles con martillos y estatuas de Lenin.
Transnistria fue parte de la naciente Unión Soviética (URSS) dentro de la República Socialista Soviética de Ucrania, con quien tenía más lazos culturales, hasta que fue anexada a Moldavia cuando los soviéticos invadieron la región. En 1940, Moldavia fue integrada a la URSS bajo el nombre de la República Socialista Soviética de Moldavia incluyendo a Transnistria en ella bajo el argumento de fomentar una cultura y sistema de gobierno moldavos. Durante los siguientes cuarenta años la región fue escenario de conflictos armados, deportaciones y limpiezas étnicas.
Con la desintegración de la Unión Soviética, a grandes rasgos, Moldavia proclamó su independencia en 1991. La parte rumano parlante de Moldavia votó por unirse a Rumania, mientras que Transnistria, al temer una posible discriminación por parte de los rumanos, autoproclamó su independencia. Esto degeneró en una guerra civil en 1992 en donde Moldavia perdió el control de la región de Transnistria. El conflicto se detuvo tras la intervención del ejército ruso quien inició el camino hacia las negociaciones entre las partes opositoras. Transnistria representa un importante valor geoestratégico para Rusia por lo que mantiene un ejército en el territorio y proporciona el suministro de gas a los habitantes de manera casi gratuita. Desde entonces, Transnistria ha podido mantenerse gracias al apoyo económico y militar ruso.
Tras separarse de Moldavia, el gobierno de Transnistria privatizó toda la industria de la región. La mayoría de las empresas pasaron a manos de oligarcas rusos y ucranianos La vida económica y política la controla el Holding Sheriff, un conglomerado empresarial privado creado por antiguos miembros de los servicios secretos moldavos en tiempos de la Unión Soviética. El Holding Sheriff es dueño de supermercados, hospitales, bancos, refinerías, telefonía, periódicos, farmacias e incluso del equipo de fútbol. El conglomerado impide la apertura de otras empresas que puedan competir con las suyas , así como la importación a Transnistria de productos de otros países, con excepción de mercancías procedentes de Rusia o Turquía.
El gobierno de Transnistria, aunque inspirado en el modelo comunista, es una República Presidencialista y posee un sistema multipartidista con un parlamento unicameral. El presidente en turno es Vadim Krasnoselsky, quien fue elegido por el voto popular para un mandato de cinco años. Sin embargo, en la práctica, el control político está en manos del Holding Sheriff, dirigido por el oligarca ruso Viktor Gushan. Los habitantes de Transnistria aseguran que trabajó para el servicio de inteligencia de la Unión Soviética y que no pasa nada en el país sin que él lo sepa. Son muchas las historias que se cuentan acerca de Gushan, pero, salvo un par de fotografías en internet, la información acerca de él es casi inexistente.
Más allá de los conflicto políticos y étnicos, la mayoría de los habitantes en Transnistria percibe la realidad de vivir en un país que aparentemente no existe en tonos más grises. La falta de trabajo y oportunidades para tener una vida digna han obligado a gran parte de la población a migrar. Jóvenes con aspiraciones a estudiar o trabajar en el extranjero enfrentan mayores obstáculos al contar con documentos y certificados de un país que nadie reconoce. Transnistria es escenario de un conflicto enquistado desde hace décadas sin un tratado de paz formal. A pesar de que un conflicto pueda estallar en cualquier momento, este territorio es desconocido por muchas personas y de poco interés para las potencias mundiales.
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