¿POR QUÉ NO CELEBRAMOS EL DÍA DE LA MUJER?
Parece que el Día Internacional de la Mujer es un día para celebrar el hecho de ser mujeres, como si fuera una especie de premio por una decisión que no tomamos, pero que evidentemente nos pone en desventaja. En realidad, este día no se celebra, sino que se conmemora y nos recuerda la lucha que vivimos las mujeres todos los días por encontrar un lugar seguro en el mundo. La violencia contra las mujeres es una de las violaciones más generalizadas de los derechos humanos en el mundo. Este fenómeno tiende a la normalización y se relaciona con las desigualdades económicas y los patrones socioculturales vinculados con normas, valores y roles. El 8 de marzo tiene como fin prevenir y eliminar la violencia contra las mujeres y es un día para generar conciencia sobre la vulnerabilidad que implica ser mujer en México.
En 2022, se superó la cifra histórica de mujeres asesinadas por homicidio doloso. Con ello, se mantuvo el promedio de diez mujeres asesinadas al día, pero solo el 33.7% de los casos fueron investigados como feminicidio. Las cifras oficiales aumentan todos los días, pero lo que preocupa son las cifras negras, los delitos que no son denunciados, así como el registro de homicidios no calificados como feminicidios. El vacío estadístico es un obstáculo al tratar de analizar la violencia contra las mujeres ya que, de tomar en cuenta las cifras negras, se ejemplificaría que el problema es todavía mayor.
En México, 7 de cada 10 mujeres han sido víctimas de violencia a lo largo de su vida. Basta con analizar las cifras para evidenciar la brutal agresión en contra de las mujeres y entender por qué México se ha convertido en uno de los países más peligrosos para vivir siendo mujer. La irrefrenable escalada de la violencia contra las mujeres en México se ha salido de control y demuestra que todavía no existen las medidas adecuadas para la protección de las mexicanas. En consecuencia, las marchas y protestas tienen el objetico de visibilizar la indispensabilidad de las mujeres en la comunidad, así como exigir soluciones a la ola de feminicidios, violencia y abusos contra las mujeres en espacios públicos y privados.
Aunque las condiciones de la mujer han mejorado en los últimos años, estos cambios no se han dado de manera espontánea, sino que han sido resultado de un esfuerzo constante tanto de hombres como mujeres por hacer este mundo un lugar más libre, seguro y justo. El contexto actual nos obliga a detenernos y reflexionar sobre la lucha por la igualdad a través de la historia. Cada vez debemos ser más los que alcemos la voz para exigir protocolos y acciones para combatir las diferentes manifestaciones de violencia contra la mujer y lograr construir una sociedad en la que podamos vivir sin miedo. Ante un sistema que nos separa, nos lastima y nos mata, es responsabilidad de todos reprobar la existencia de estructuras sistémicas que oprimen y violentan.
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