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PANAMÁ: CRISIS EN EL CRUCE DEL MUNDO

Foto del escritor: Alessia RamponiAlessia Ramponi
Foto: Alessia Ramponi

Panamá, ubicado en el corazón de Centroamérica, es el hogar del Canal de Panamá, una obra maestra de la ingeniería que conecta el océano Atlántico con el Pacífico con el fin de facilitar el tránsito marítimo internacional. El Canal de Panamá permite a los barcos evitar la larga vuelta alrededor de América del Sur al proporcionar una ruta más corta y eficiente para el transporte de bienes y mercancías entre los dos océanos. Esta vía de tránsito continúa siendo un epicentro del comercio mundial y un símbolo de la interconexión global desde su apertura en 1914.


La construcción del Canal de Panamá, liderada por Estados Unidos después de adquirir los derechos del proyecto, tomó aproximadamente 10 años hasta su finalización en 1914. No fue sino hasta 1999 que Panamá asumió la administración, mantenimiento y operación del Canal de Panamá, convirtiéndolo en un símbolo de soberanía y orgullo nacional. Además de su importancia logística, esta vía marítima representa una fuente crucial de ingresos para el país, debido a los peajes que pagan los barcos para poder cruzar.


Sin embargo, estos ingresos han disminuido drásticamente debido a la sequía que atraviesa el país y que ha interrumpido el funcionamiento habitual del canal. La falta de lluvias, atribuida al fenómeno de El Niño y agravada por el calentamiento global, ha reducido el nivel de agua, lo que dificulta el tránsito seguro y eficiente de las embarcaciones. Como consecuencia, la administración ha implementado medidas restrictivas como la reducción del tráfico de barcos, lo que a su vez ha disminuido los ingresos provenientes de los peajes en aproximadamente 700 millones de dólares.


Esta disminución en los ingresos del Canal de Panamá representa un desafío adicional para la economía panameña, especialmente en un momento en el que el país ya enfrenta dificultades en términos de desarrollo económico y distribución de la riqueza. A pesar del notable crecimiento económico experimentado en las últimas décadas, este progreso no ha sido equitativamente distribuido entre los sectores de la sociedad. Además, Panamá enfrenta desafíos como la informalidad laboral, la desigualdad de género y la falta de acceso a servicios básicos en algunas áreas rurales y comunidades indígenas.


Esta situación no solo afecta a la economía local, sino que también tiene repercusiones en el comercio mundial al elevar los costos logísticos y retrasar la entrega de mercancías. Además, los efectos negativos en el medio ambiente son alarmantes. La disminución de los niveles de agua puede afectar la navegación y el acceso al agua para consumo humano, agricultura y otros usos. La alteración de los ecosistemas acuáticos amenaza la vida marina y las comunidades que dependen de ella para su sustento. Asimismo, la posible pérdida de biodiversidad plantea serias preocupaciones sobre el equilibrio ecológico y la salud del planeta en su conjunto.


La sequía evidencia la vulnerabilidad del Canal de Panamá frente a los impactos climáticos y destaca la interconexión de estos fenómenos locales con el comercio y la economía a nivel global. En consecuencia, es crucial abordar las crisis derivadas por el cambio climático y sus efectos en la operación del canal, no solo para garantizar la seguridad hídrica y la navegabilidad del canal, sino también para proteger el medio ambiente, así como una importante fuente de ingresos para el país.

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