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Foto del escritorAlessia Ramponi

GENOCIDIO YAZIDÍ



Los yazidíes son una minoría étnica y religiosa cuyos orígenes se remontan al año 2000 a.C. La mayoría de los miembros de la comunidad se encuentran en el noroeste de Irak, aunque también habitan en algunas zonas de Irán, Siria y Turquía. En su calidad de iraquíes no árabes y no musulmanes, son considerados una de las minorías más vulnerables de Irak. En los últimos años, los yazidíes han sido asediados, humillados, amenazados y masacrados debido al carácter misterioso y esotérico de su religión. Aunque el yazidismo comparte algunos rituales con el islam y el cristianismo, los yazidíes son víctimas de la brutal persecución que sufren a manos de los islamistas en el norte del país.

El yazidismo es una religión preislámica de remoto origen en Medio Oriente. El sustrato de la religión yazidí se encuentra en las religiones de la antigua Persia, en particular el zoroastrismo. Entre sus creencias figura la adoración del ángel caído, representado con un pavo real. Algunas religiones, como el islam, lo vinculan con el diablo. En consecuencia, el Estado Islámico justifica su persecución en contra de los yazidíes bajo el argumento de que son adoradores del demonio. Desde 2014, el Estado Islámico ha tratado de destruir las religiones minoritarias de la zona por considerarlos infieles, además de amenazar de muerte a los miembros de la comunidad por no convertirse al islam.

En agosto de 2014, el Estado Islámico comenzó los ataques en contra de los yazidíes bajo el argumento de que son una minoría infiel. Los yihadistas atacaron la ciudad Sinjar, uno de los sitios con mayor población yazidí, con el objetivo de establecer una ruta de suministros entre Siria e Irak, así como exterminar al pueblo yazidí. En solo dos días, más de ocho mil hombres fueron asesinados y más de siete mil personas fueron secuestradas. Las mujeres fueron vendidas como esclavas sexuales y los niños adoctrinados como combatientes. Desde 2014 muchas personas han sido rescatadas, pero hasta el momento al menos 3,500 yazidíes se encuentran en manos del Estado Islámico, entre ellos niños y jóvenes que son utilizados como bombas humanas.


Antes de que el Estado Islámico lanzara su campaña persecutoria en 2014, los yazidíes ya habían sido víctimas de múltiples ataques encontrar de su comunidad. Líderes como Sadam Hussein o el Ayatollah Jomeini utilizaron el mismo argumento para promover un discurso de odio en contra de esta comunidad. Miles de menores de 12 años fueron raptados, esclavizados, torturados, forzados a luchar, asesinados y sometidos a otras significativas violaciones de los derechos humanos. Por otra parte, las mujeres fueron víctimas de violaciones, agresiones sexuales, esclavitud sexual y matrimonio forzado por parte de combatientes del Estado Islámico. Ante la dimensión de las atrocidades, Naciones Unidas presentó un informe en 2015 en el que concluyó que el Estado Islámico estaba cometiendo actos constitutivos de genocidio.


No fue hasta 2021 que se juzgó por primera vez como genocidio la violencia del Estado Islámico en contra los yazidíez, en donde un exmiembro del grupo armado fue declarado culpable de genocidio y crímenes de lesa humanidad. Este fue un paso muy importante en la búsqueda de justicia para las víctimas y sobrevivientes, pero todavía existe un largo camino que recorrer. Actualmente 350,000 yazidíes viven en condiciones precarias en los campos de refugiados sin poder regresar a sus hogares debido a los conflictos locales. Un gran porcentaje de ellos, menores reclutados como soldados y esclavas sexuales, no han recibido atención médica, ayuda psicológica ni tampoco una reparación completa por la violación de sus derechos humanos.


Ocho años después de perpetrado el genocidio, el sufrimiento, el miedo y la incertidumbre persisten en la comunidad yazidí ante la falta de una solución política que les permita reconstruir sus vidas en su tierra. Pese a los importantes avances para garantizar y respetar los derechos humanos, la impunidad y la falta de atención propiciarán las condiciones para que este tipo de violaciones vuelvan a surgir. Los yazidíes no están seguros ni tienen una perspectiva de vida mejor en Irak, un país devastado por la guerra, por lo que el apoyo de la comunidad internacional será fundamental en la búsqueda de justicia y en la exigencia de que los agresores respondan de sus actos.

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