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REPRESIÓN DE LA ETNIA UIGUR


Foto: Reuters/Michele Tantussi

China es uno de los países cuya influencia política y económica ha incrementado considerablemente en los últimos años. Debido a su gran territorio, la división política y administrativa ha sido crucial para mantener unido a este país y configurar su presente. China se divide en 23 provincias y cinco regiones autónomas. Las regiones autónomas poseen mucha más independencia que el resto de las provincias y tienen el derecho de organizar su gestión política, económica y cultural. La identidad de las personas en China está íntimamente ligada a la región a la que pertenece, por lo que el control de estos territorios se ha convertido en prioridad para elaborar la política interna del país.


Al noroeste de China, en la provincia autónoma de Xinjiang, vive la etnia uigur. Los uigures son una minoría que no se siente identificada con el 92% de la población china que pertenece a la etnia han. Por el contrario, profesan la religión musulmana, hablan una lengua de origen túrquico, el uigur, y su cultura es más cercana a las naciones de Asia Central. Bajo el argumento de no compartir lazos culturales con el país al que pertenece, se han generado un creciente sentimiento de rechazo a la presencia china en la región que, a su vez, favorece la emergencia de movimientos que optan por el uso de la fuerza para lograr su independencia. De lograr su independencia, el gobierno central teme que otras provincias y grupos étnicos sigan su ejemplo por lo que, al ser considerados una amenaza para la unidad, se han implementado una serie de políticas para reducir sus actividades religiosas, culturales y comerciales.


China asegura que los uigures están promoviendo una campaña violenta para lograr su independencia a través de conspiraciones, terrorismo y agitación social. Por ende, ha legitimado centros para reeducar y transformar a los uigures que, presuntamente, están influenciados por ideas de extremismo religioso. Dentro de estos campos, los uigures asisten a clases de chino mandarín, participan en la educación patriótica y se les impide practicar su religión. Naciones Unidas estima que más de un millón de uigures han sido detenidos de manera arbitraria en estos centros donde han sufrido torturas, violaciones y esterilizaciones. Los uigures denuncian a las autoridades centrales de haber intensificado la persecución en contra de la etnia y los reportes de detenciones y desapariciones se han multiplicado en los últimos meses.


La etnia uigur, al igual que otras minorías en el país, están sujetas a un alto nivel de vigilancia. En el pasado, China tendía a considerar el problema uigur como un asunto meramente interno, pero la denuncia por parte de organizaciones de derechos humanos y colectivos uigures en el mundo han provocado que el conflicto tenga una mayor visibilidad internacional. Mandatarios de diversos países han exigido un alto a las violaciones e incluso algunos han negado enviar representantes a los Juegos de Invierno de Beijing 2002 como forma de protesta. Ante la presión internacional, se espera que el gobierno central cese los abusos de derechos humanos y la represión en contra de la minoría. Sin embargo, hasta la fecha, China niega estas acciones y argumenta que los campos de reeducación, además de ofrecer formación profesional, son necesarios para luchar contra el extremismo y salvaguardar la integridad territorial.

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